Robot de la fe

Robot de la fe

robot de la feConversando con una amiga y compañera de trabajo, recodábamos un episodio bastante incómodo para ambas que vivimos- ella de manera directa y yo de espectadora- hace un par meses atrás y que tuvo que ver con una desagradable confrontación que mi amiga tuvo con uno de los directivos del lugar en que trabajamos quien le reprochaba el que no estaba confiando 100% en Dios y que revisara de qué manera eso se lo estaba transmitiendo a sus alumnos. Fue incómodo ese momento porque la manera de decirlo no fue, a mi juicio, la apropiada y porque además creo que nadie puede andar por la vida evaluando tu nivel de confianza o fe en Dios porque, sencillamente, no corresponde.

A partir de este evento salió este término de “robot de la fe”, un poco tratando de asimilar lo que había sucedido y dando a entender lo que se esperaba de ella, y bueno, lo que muchas veces se espera de todos, pero por fortuna para todos, Dios no espera que lo seamos. Él sí espera que confiemos y tengamos una fe ciega, pero no se decepciona ni tira los pelos de la cabeza cuando no lo somos y eso es porque precisamente no nos hizo como un robot, nos hizo seres de carne y hueso.

Si fuésemos robot de la fe no necesitaríamos el abrazo tibio del Espíritu Santo diciéndonos que todo estará bien, no necesitarías la oración, el ayuno, la lectura de la palabra y la comunión diaria porque estaríamos programados para tener fe y producirla, pero no nos constaría nada de trabajo, nos saldría de manera natural. Pero la cosa no funciona así, Dios nos hizo reflexivos y libres para escoger porque no quería autómatas, y la fe nos la dio como un don preciado digno de cultivar y poner al servicio del cuerpo de Cristo, por lo que es algo que Él nos entrega, no algo que yo haga por mí mismo.

Si realmente fuéramos robot de la fe, todo lo que confesáramos sería artificial, sería “programado” y carente de comprensión y de valor, porque sería algo que alguien hace por nosotros, pero no algo que originemos a partir de un trabajo previo. La fe es una conquista diaria y confiar en Dios se debe transformar en un hábito, pero nunca en algo que hagamos de manera irreflexiva, sí puede ser automático, pero no autómatamente, no sin darnos cuenta de la tremenda batalla que vencimos cuando TODO alrededor nuestro decía NO y por dentro un desgarrador SÍ hacía latir nuestro corazón con más fuerza.

No somos robot de la fe, no somos autómatas. Necesitamos de Dios diariamente para que nos ayude a mantener y alimentar nuestra fe que a veces decae, que a veces se ve probada y que a veces se ve debilitada, situación que no nos hace ser malos hijos, sino que nos señala que nos queda bastante trabajo por hacer, y que en esa línea queremos avanzar, siempre dando gracias por el precioso don que Él nos regaló.

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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