La toxicidad en tus palabras

La toxicidad en tus palabras

Escrito por Lilo de Sierra

La toxicidad en tus palabras

En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”

Proverbios 18:21 (NVI)

Hace cerca de 7 años, tomé impulso para decir un te amo escondido en una canción traducida al japonés, declarando mis sentimientos al que es hoy mi esposo. Algo un poco cursi, pero me enorgullece pensar que no ha existido ni existirá nadie, que le diga te amo de esa manera, así que hace que mi declaración de amor sea única y exclusiva, por lo menos para Él.

Dos años de noviazgo, cinco de matrimonio en el que hemos superado una gran variedad de duras pruebas, hoy nos declaramos victoriosos y entendemos que el Señor tiene un plan y un propósito maravilloso en nosotros como pareja y como papás.

Nuestros sentimientos no han cambiado, nos amamos hoy mucho más que ayer, sin embargo, aún tenemos áreas que fortalecer, entre ellas nuestro temperamento. Sí, a veces manejamos nuestros conflictos de tal manera que pareciera salir de nosotros fuegos artificiales y sin poderlos controlar, permitimos que salgan de nuestra boca, palabras que son como balas infalibles directas al corazón.

En Proverbios 13:3 NVI, el Señor nos dice: “El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina.”  Solemos creer que somos sinceros y honestos, cuando le decimos sin ningún tipo de prudencia lo que pensamos al otro, sin medir las consecuencias de nuestras palabras. Justificamos nuestra falta de sabiduría, haciendo responsable a nuestro esposo(a) de esa falta de prudencia sin darnos cuenta, que a Dios le entristece nuestro comportamiento.

¿Cómo puedes decirle que lo(a) amo (as), si en el primer desacuerdo, lo(a) maldices lanzando todo tipo de improperios, buscando defenderte y sentar una posición, como si estuvieras librando una batalla contra tu peor enemigo?, ¿Pretendes insultar, humillar, gritar, desvalorizar esperando que en el futuro se olvide y no pase absolutamente nada?, déjame decirte que estás equivocado, fracasarás en tu intento de lograr lo esperado si utilizas de manera incorrecta tu lengua. En el poder de tus palabras está la solución a tus conflictos personales, la clave radica en ser asertivos en lo que se dice, discerniendo el momento ideal para transmitir un mensaje lleno de amor y comprensión.

La guerra es espiritual, en nuestra mente se libran batallas en momentos de enojo, cuando ésta se llena de pensamientos de rabia, resentimiento y dolor que son traducidos en acciones rudas hacia aquella persona que nos confronta y nos reta con sus malas actitudes.

Domar nuestra lengua es posible, cuando dejamos que el Espíritu Santo fluya y tome el control de nuestras emociones. Es mucho más sabio y productivo callar y abandonar la contienda, antes de incendiar nuestro hogar arrojando literalmente a la basura las bendiciones recibidas del cielo, al mostrarle a nuestros hijos y las personas que nos rodean la inexistencia de un Dios que decimos amar, respetar y adorar, cuando nos mostramos intolerantes, incapaces de motivar un cambio positivo a causa de las heridas provocadas por un manejo inadecuado de la ofuscación que una ofensa haya podido generar en nuestro interior.

Pero… ¿Cómo usarlas de la manera correcta?, afirma lo positivo y evita resaltar lo negativo, entiende que lo que digas eso mismo vas a recibir, elimina de tu vocabulario las generalizaciones y suposiciones tales como: siempre, nunca, todos, todas, pienso que, me contaron, supongo; reflexiona sobre lo que vas a decir antes de emitir palabra alguna, pregúntate ¿edifica?, ¿es necesario?, ¿es verdad?,  ten cuidado con los juicios y prejuicios, y por último, perdona, para que tengas paz en tu alma y puedas clamar al cielo con la limpieza de mente y corazón que se requiere, para que tus oraciones trasciendan de tal manera que puedas ver cumplidos tus sueños, sin retrasos, excusas o pretextos.

Colocando a Dios como testigo principal, lleguen a un acuerdo con su pareja de no agredirse verbalmente buscando dirimir el conflicto. Cierren la puerta al enojo y procuren calmarse dándose un tiempo prudencial. Dale un portazo en la cara a Satanás, dile que no logrará destruir tu relación, que tus palabras se revistan de amor incondicional y sean llenas de ternura, pon en práctica la siguiente frase dicha por el filósofo griego Aristóteles “El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”, para que de ésta manera brille la sabiduría de Dios en ti, en todo momento y todo lugar, conforme a su voluntad buena, agradable y perfecta.

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia.

(Colosenses 3:12 NVI)

Escrito para www.destellodesugloria.org

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