Principio de Pareto

Principio de Pareto

paretoNo es de extrañarnos que este misterioso principio lleve este nombre porque quien lo estableció se llamara así ¿verdad? La originalidad en los nombres de ciertas cosas parece no ser una cualidad de los más famosos descubridores o inventores.

El principio –el originas al menos- plantea que el 80% de las personas son poseedoras del 20% de un algo, y que el 20% de las personas posee el 80% de este mismo algo. Este “algo” puede ser dinero, poder, belleza. El principio se ha utilizado en distintas áreas como la economía, el marketing, la política, entre otros.

También se ha planteado que el 80% de los resultados se obtiene del 20% de  esfuerzo, y así, el 80% de esfuerzo genera el 20% de los resultados. Esto significaría que en todo orden de cosas, deberíamos identificar ese 20% en lo que debemos trabajar para que nos de grandes resultados.

Esta lógica quiebra nuestra cabeza cuando nos damos cuenta que en verdad tenemos el poder en nuestras manos para determinar los resultados que esperamos. Si logramos identificar el 20% en el cual debemos invertir tiempo, paciencia, trabajo duro, estamos seguros que recibiremos buenísimos resultados. Por ejemplo, si tenemos muchos amigos, lo más probable es que sólo el 20% de ellos nos proporciona una verdadera amistad (resultados). Lo mismo en una empresa, es muy probable que cerca del 20% de los funcionarios produzca el 80% de los resultados de dicha empresa, por lo tanto, el encargado de recursos humanos debiese identificar quiénes forman parte de ese 20% y mantenerlos a gusto, para que sigan siendo igual de productivos como lo han sido hasta ahora.

En el caso de nuestra vida espiritual y ministerial puede ser que ocurra lo mismo. Muchas veces nos decepcionamos o nos damos cuenta que no somos capaces de hacer todo lo que quisiéramos, o en el camino notamos que hay ciertas personas en las cuales hemos invertido mucho, mucho tiempo y no han determinado en su corazón un verdadero cambio, entonces, mientras seguimos orando porque el Espíritu Santo haga su trabajo allí (porque es el de Él, no el nuestro) podríamos invertir el 80% de nuestro tiempo en el 20% de la gente con la cual tenemos contacto y quienes han asumido un verdadero compromiso con el Señor y sus principios. Mientras que invertiríamos el 20% de nuestro valioso tiempo en el 80% de las personas restantes, aquellas en quien Dios continúa trabajando.

Esta ley no es tan descabellada cuando vemos el modelo de Jesús. Él tuvo grupos pequeños, ni siquiera podríamos decir que eran el 20% de la población judía, pero Él invirtió el 80% de su tiempo en ellos, vivió con ellos, viajó con ellos, se sentó a comer y conversar con ellos y tuvo extraordinarios resultados (el evangelio se propagó por casi todo el mundo gracias a esa inversión de tiempo). Mientras que a la multitud le dedicó el 20% de su tiempo para enseñarle a través de parábolas y también de su propia vida y ejemplo. Tal parece que Jesús conocía muy bien este principio.

Te invito a que puedas analizar tu vida e identifiques al 20% de las personas, tareas, actividades, compromisos, o lo que desees, en el cual invertirás el 80% de tu tiempo y en donde  tendrás resultados que sin duda te animarán a seguir adelante, y lo podrás hacer sin descuidar al resto, dado que le dedicarás el 20% de tu valioso tiempo restante. ¿A qué le estas dedicando poco tiempo? ¿A tu familia, a tus amigos, a tu intimidad con Dios? ¿En dónde quieres tener mejores resultados, en tu trabajo, en tu familia, en el servicio a Dios? Prueba el principio de Pareto y comienza a identificar tu 80/20.

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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