Artículos: Religión y Fe

Religión y Fe

No son lo mismo, pero ambas son capaces de lo mismo: pueden enfermar o sanar.

Por: Luis Caccia Guerra para www.destellodesugloria.org

Fe-y-religion

Religión

Cuando en el ámbito secular me preguntan, prefiero responder que escribo sobre temas relacionados con la fe, no sobre asuntos religiosos.

¿Y cuál es la diferencia?

Karl Marx escribió: “La religión es el opio de los pueblos”.

Jesús dijo: “la fe puede mover montañas”. (Mateo 17:20)

Herschel Marx, descendiente de sabios rabinos; se convirtió al protestantismo cuando su hijo Karl tenía apenas seis años de edad. El motivo de su conversión no fue justamente una cuestión de fe, sino un edicto de Prusia que prohibía a los abogados judíos ejercer su profesión. Difícilmente el padre de Karl Marx podría haberse anticipado a los efectos que esta decisión tendría en el largo plazo sobre su propia familia y aún sobre millones de personas en el mundo. El pequeño Karl fue testigo y víctima del trauma que el “conveniente” cambio de religión de su padre causó en el seno de su familia. Hasta tal punto, que el Karl Marx adulto además de ser un ateo lleno de resentimientos antisemitas,  fue el precursor de la doctrina hoy conocida como “marxismo”, que generó un intenso, duradero y profundo impacto en la humanidad.

Cuando Marx escribió esto, a mediados del siglo XIX, el opio era un narcótico legalmente permitido. Se lo utilizaba en medicina como analgésico, anestesia, e inclusive estaba indicado en el tratamiento de algunos casos de cólera.

La interpretación más común de la expresión de Marx es que la religión como el opio, serviría para adormecer conciencias. En ese caso impide al individuo pensar con claridad y desarrollarse, aceptando sumisamente dogmas y preceptos establecidos por la religión como norma de vida y práctica de culto sin importar sus consecuencias; si proviene del capricho y la arbitrariedad o de bases serias y confiables; si es para el bien común o el de unos pocos; o si sirve para manipular, controlar, esclavizar, o para liberar al creyente.

La palabra “religión” proviene del latín “religare” y significa “re-ligarse, ligarse nuevamente, volver a ligarse”. Lo que básicamente nos da a entender que el hecho de que un grupo de personas se re – unan o vuelvan a ligarse en pro de un credo común y afín, es una religión.

El Diccionario de la Real Academia Española, define el término “religión” como: “el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.” (Diccionario Usual de la RAE- XXI Edición. Ed. Electrónica Espasa-Calpe. Barcelona. 1995).

Phyllis Tickle describe la religión como una cuerda de tres hilos. Ellos son: materialidad, espiritualidad y moralidad.

La materialidad es la parte visible. Los rituales, las acciones, los templos, lo que hace o no hace la gente. Es la manifestación visible de la religión. La que -como dice Rafael Pérez- acapara el término “religión” justamente por ser la visible, palpable, tangible. (De la religión a la espiritualidad y viceversa. Rafael Pérez. e-book. www.amen-amen.net. 2007).

La espiritualidad, es la que nos pone en contacto con Dios. La que revela el significado de las palabras de la Biblia. El “canal” a través del cual se establece la comunicación con el Ser Supremo.

La moralidad está relacionada con la ética. Lo que es lícito y lo que no. Lo que es bueno para el bien común o no. El conjunto y escala de valores aprobados que regulan y limitan la conducta de los individuos y definen los códigos de convivencia y buenas costumbres.

En tanto estos tres componentes funcionen en armonía y las bases o fundamentos procedan de una fuente confiable, la religión muy lejos de ser opio del pueblo, debería ser parte integral del desarrollo de las personas y promover el acercamiento hacia Dios de individuos y sociedad.

Hoy, en la actualidad, el mundo es testigo de la meteórica irrupción de China en la economía mundial. De una cultura campesina, al poder y hegemonía económica del mundo, mientras que la nación supuestamente “más rica del mundo” que aún tiene impresa en su moneda la leyenda “In God we trust” se encuentra en franca decadencia. ¿Cómo es posible?

“… en los últimos veinte años, nos hemos dado cuenta que el corazón de su cultura es su religión: el cristianismo. Esa es la razón por la que Occidente ha sido tan poderoso. La base de la moral cristiana  de la vida social y cultural fue lo que hizo posible el surgimiento del capitalismo y luego la exitosa transición a la política democrática. No tenemos duda de esto.” (Cita de Philip Yansey. ¿Para qué sirve Dios? Peniel. Buenos Aires. 2012)

Y es que los perseguidores de la fe en China por fin se están dando cuenta de que es precisamente el cultivo de valores morales cimentados sobre bases firmes, auténticas, duraderas, como la Fe cristiana, son los que han impulsado naciones.

“No te vengo a vender una religión, te vengo a presentar a Cristo” escuché decir con acertado criterio a un joven ex colaborador de nuestro ministerio, durante su sermón. De eso justamente se trata. Cuando la base espiritual es Dios mismo (Mateo 7:25), cuando en la asamblea (ekklesia) se enseña y practica la Palabra de Dios, cuando espiritualidad,  materialidad y moralidad están en armonía y en sintonía con lo establecido por Dios, entonces hay genuino y sano crecimiento.

“Eppur si muove…” (Sin embargo, se mueve…)

Es la célebre frase pronunciada por Galileo Galilei después de haber sido obligado a retractarse de haber publicado que la Tierra giraba alrededor del Sol, refutando así la creencia de que el universo era geocéntrico como algunos estudiosos de la época creían y los religiosos arbitrariamente sostenían supuestamente basados en la Biblia.

( … ) Se le acusaba de haber propuesto una reinterpretación de la Biblia en aquellos versículos que, según él, habían quedado refutados con sus hipótesis astronómicas abandonando así el campo estrictamente científico, para adentrarse en otro campo que, como científico, no le correspondía: el teológico. (Art: “Galielo Gallei”. Enciclopedia en línea Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Galileo_Galilei)

Su denominación condenó a Galileo Galilei en junio de 1633 a prisión perpetua, sentencia que luego fue conmutada a residencia de por vida por el líder de turno Urbano VIII.

Galileo hoy es considerado como el padre de la Astronomía. Pero si hay un mérito de este hombre digno de ser puesto en relieve, es que tuvo el valor de atreverse a pensar, rompiendo así los esquemas de un sistema religioso que por aquel entonces controlaba a las personas con el miedo y la ignorancia por principales aliados.

Conocí a un ministro que tuvo una gran amistad con un prominente hermano de la iglesia. Con el correr del tiempo surgieron profundas diferencias entre ellos y la dulce amistad que en un tiempo habían disfrutado, terminó haciéndose pedazos. Ignoro cuales fueron los motivos de las desavenencias, ni a quién asistía la razón. Lo objetivo es que este amado hermano llegó un momento en que no pudo soportar más las presiones del ministro y optó por tomar su familia e irse a otra iglesia. ¡Lo bien que hizo! Yo tampoco lo soporté más e hice lo mismo. Hoy tengo la certeza de que entendió todo. Está en la presencia del Señor.

Este ministro resentido, aún después de varios años continuó refiriéndose a este hermano en sus sermones desde el púlpito como “lobo disfrazado de oveja”. “Eppur si muove” versión doméstica.

Erosión

Cuando la Iglesia, la institución establecida por Dios en la tierra para la transformación y el cambio, hizo las cosas bien, fue de notable beneficio para la humanidad. Desde sus albores y en unos trescientos años, el cristianismo pasó de ser un culto aborrecido y cruelmente reprimido por los romanos, a convertirse en la religión oficial del imperio.

Cuando las terribles pestes asolaron el Imperio, los romanos dejaban a sus moribundos abandonados en las calles. Cuando en lugar de un varoncito, venía una niña no esperada, o el niño tenía síntomas de alguna discapacidad, arrojaban a los bebés a un sumidero fuera de las puertas de la ciudad para que alguna fiera los devorara vivos. Los creyentes se hacían cargo de ellos, los cuidaban (Santiago 1:21-27).

En cambio, cuando la Iglesia hizo las cosas mal o no las hizo, avanzó el dolor y la oscuridad. Son conocidos los casos de líderes religiosos que en nombre de su credo y de ellos mismos, cometieron e hicieron cometer a sus seguidores verdaderas atrocidades, como suicidios en masa, pedofilia ritual, monumentales estafas y asesinatos sacrificiales. Esto sin contar aquellos que amasan cuantiosas fortunas a costa de las generosas dádivas de sus creyentes.

Es la materialidad del cristianismo como religión (lo que la gente hace o no hace, la parte visible, palpable, tangible, más manipulable), la que ha sufrido en mayor medida cierto grado de erosión durante el transcurso de su historia.

Hubo denominaciones que le dieron excesivo empuje a lo espiritual descuidando su influencia en el ámbito de su comunidad. Otras por el contrario, descuidaron los aspectos espirituales y se transformaron en O.N.G. de ayuda social. Por su parte, ministerios nacidos en el seno de las iglesias con las mejores intenciones de servir a Dios, dado su éxito, terminaron convirtiéndose en multinacionales que hoy facturan millones de dólares al año.

Eliseo Vila, entonces presidente de Editorial Clie, sintetizó muy bien esta última realidad en el editorial de la edición número 6 de su revista Página Abierta titulado La «Industria»:

“…cuando mutamos de ministros del Evangelio a “mercaderes del Evangelio”, toda nuestra escala de valores se altera, cambia y finalmente se corrompe.

Entonces, el mensaje adopta la forma de “mercancía”, la Palabra se hace “producto”, las almas permutan en “clientes”, los campos blancos para la siega se vislumbran como “mercados”, la pasión ministerial se diluye en la “estrategia comercial”, las lluvias de bendición se analizan como “cuentas de resultados” y el ministerio cristiano se convierte, en definitiva, en un simple y vulgar “negocio”, en una manera como cualquier otra de

ganar dinero; en una industria: “nuestra industria”. A partir de ahí, todo vale y todo sirve, con tal que venda y dé beneficios”. (De la religión a la espiritualidad y viceversa. Rafael Pérez. www.amen-amen.net. 2007)

El miedo como metodología de persuasión

Cuando era niño, mi familia no concurría a ninguna iglesia. En ese entonces, mi madre decía ser católica pero sólo visitaba una iglesia cuando era invitada a un casamiento, cosa que por cierto, no ocurría muy a menudo. Mi padre, por su parte, tenía resentimientos de vieja data contra los sacerdotes católicos. Frecuentemente recordaba los excesivos castigos y abusos de que había sido objeto durante su infancia en un colegio religioso, por lo cual no quería saber nada con ellos ni con su institución.

La primera vez que alguien puso una Biblia en mis manos, fue curiosamente, mi madre. Recuerdo que ese día, a mis jóvenes nueve años de edad, la abrí en cualquier parte y leí los detalles del Tabernáculo. ¡No entendí nada!

Como si esto no fuera suficiente, por la misma época, la primera vez que alguien me dijo algo serio acerca de Dios, no tuvo mejor idea que hablarme del Juicio Final. José, un compañerito de la escuela primaria, hijo de una familia muy religiosa, me habló de lo que le estaban enseñando. Por lo visto sus maestros tenían una efectiva forma de lograr que los pequeños discípulos hicieran sus mejores esfuerzos en comportarse mejor.

Él era un niño bueno, pero parece que eso lo preocupaba. Lo cierto es que desde el momento en que me habló del Juicio de Dios no pude hacer otra cosa que pensar en eso y comencé a vivir mis días con miedo. La sola idea de un Juicio Final donde Dios pasaría revista a la lista interminable de mis pecados y la consecuencia obvia del horrendo castigo que me esperaba me agobiaba. Me era muy difícil ser un nene bueno. Siempre fui muy inquieto. Una honda (gomera, resortera, para los hermanos centroamericanos que nos leen) colgada permanentemente del cuello y una creatividad muy particular para hacer travesuras engrosaba continuamente una lista de pecados ya de por sí larguísima, pero por sobre todas las cosas, muy fáciles de cometer. La sola idea de un Dios pendiente de cada uno de mis actos y pensamientos ya me aterrorizaba y angustiaba sobremanera. Con tan sólo nueve años de edad vivía creyendo que hoy podría ser el último día de mi vida en el que vería caer fuego desde el cielo sobre mí. Tales ideas muy lejos de motivarme a ser mejor no conseguían otra cosa que abatirme y hundirme más en el temor y la culpa. Ahora tenía mis propias razones para cruzarme a la vereda de enfrente cuando pasaba por un templo. Cuando crecí, simplemente le hice dar un paso al costado a Dios y opté por no creer más en El.

Hoy comprendo que fue una bendición de Dios no ser parte de ninguna institución religiosa en ese entonces. En esas condiciones hubiera sido una criatura extremadamente dependiente y fácilmente manipulable.

Un amado amigo y pastor bautista, indudablemente con la mejor de sus buenas intenciones y celo pastoral, desarrolló la técnica de salir por los barrios contiguos al templo, con algunos hermanos de la iglesia y llamar a la puerta de los vecinos. Luego de un breve saludo y como para “romper el hielo”, encaraban con una pregunta como ésta: “Si Ud. muriera en este momento, ¿a dónde iría su alma?”

¡Imagínense la escena! Un ama de casa, acaba de dejar a los chicos en la escuela. Está ocupada en sus tareas cuando llaman a la puerta. Atiende y se encuentra con un hombre que le dedica medio segundo al saludo y presentación y el resto de lo que le viene a decir es una estocada que se hunde en lo profundo de su alma. ¡La está enfrentando con la posibilidad de morir hoy mismo! La joven duda. La realidad es que no sabe la respuesta con certeza. Aprovechando el titubeo viene la segunda estocada, y esta es mortal, lapidaria: “Si Ud. no lo sabe, se va a ir al infierno. Dice la Biblia que … bla… bla… bla…”

Enseguida, les presentaba el Plan de Dios para la Salvación. Muchos tenían una actitud de abierto rechazo. Como que se los enfrentaba de súbito y sin preparación alguna con una realidad bastante difícil de digerir. La negación y el rechazo son mecanismos psicológicos del ser humano que se ponen en marcha cuando la realidad a la que nos enfrentamos nos abruma, nos queda demasiado grande.

En cambio, otras personas se apresuraban a adquirir su “póliza de seguros” contra la Ira Venidera. Es así como en el lapso de unos pocos meses, el pastor y su grupo de evangelistas le habían arrancado una profesión de fe para Salvación a unas 600 almas, según ellos. No es el propósito ni la oportunidad del presente artículo emitir opinión alguna sobre este método tan particular de enseñar las verdades bíblicas. Sólo diremos que la realidad objetiva es que en ese mismo lapso, y aún durante los siguientes años, no fue necesario ampliar el pequeño salón de reuniones del templo. Ni siquiera comprar más sillas. Nunca hubo 600 hermanos ni mucho menos que eso, agolpándose en la puerta del templo para poder entrar durante los cultos. Si alguno de los visitados hizo una profesión de fe para Salvación seria, sincera, a conciencia, sabiendo exactamente lo que hacía y perseveró, la verdad es que no lo sé ni me consta.

La religión puede curar… y enfermar

Soledad (*) nos dice que asistió durante algunos años a una iglesia donde el líder espiritual … “se autoproclamaba según la Biblia como el ungido de Dios y única Autoridad en su Iglesia local. Lo que él disponía no estaba sujeto a discusión ni objeción alguna. Si alguien se ponía firme en una posición contraria a su criterio, corría el riesgo de ser puesto bajo disciplina por rebelde, mal creyente, promotor de divisiones o por no saber someterse a la autoridad de su pastor…”

Andrés (*) por su parte dijo: “El ministro recientemente le prohibió el ingreso al templo a una pareja de hermanos que vivían en concubinato, pero que querían presentar a su bebé en la iglesia”. Tal vez un buen consejo sabio y amoroso hubiera logrado restauración y su unión en matrimonio de acuerdo a lo establecido por la Palabra de Dios. Hoy ignoramos si concurren a una iglesia y si quieren saber algo de Dios o no.

Juan (*), nos cuenta:

“Fui hijo de madre soltera y padre ausente. Desde muy joven acepté a Jesús como mi Salvador y me uní a una pequeña congregación. Los jóvenes como yo éramos el blanco predilecto del ministro, ya que nuestra situación familiar precaria nos hacía vulnerables, fácilmente dependientes y manipulables. Una mañana, la esposa del ministro utilizó datos privados que alguien le había proporcionado sobre mi situación familiar para quebrarme emocionalmente y doblegar mi voluntad”.

(*): Los datos provienen de gente que conozco personalmente. El nombre de los testigos ha sido sustituido por uno ficticio a fin de salvaguardar su privacidad.

Sören Kierkegaard (1813-1855) describe los conflictos del alma cuando el hombre  busca llegar a ser ante Dios. La desesperación de no haber llegado nunca a ser lo que Dios intentó que él fuera, la desesperación de haber intentado convertirse  en este ser y de haber fracasado, y la desesperación de haber alcanzado esa libertad y esa unidad , sin todavía conocer cómo sobrellevar  esa responsabilidad sobre sí. (La religión a la luz de la sicología. Wayne E. Oates. Mundo Hispano. 1970. pg.32)

Esta debilidad ha sido amplia y profusamente explotada por religiosos e instituciones religiosas en su beneficio propio. Asimismo ha provisto la llave para toda clase de excesos, manipulaciones y abusos por parte de ministros, pastores y líderes. Cuando Bernardo Stamateas realizaba la investigación previa para su libro “Intoxicados por la fe”, dice que recibió mil quinientos e-mails relatándole experiencias de mala praxis por parte de líderes espirituales de diversas denominaciones.

Le asistía la razón a Erich Fromm cuando afirmaba: “la religión puede curar… y enfermar.”

Yo no soy religioso, soy creyente

Para la teología de Paul Tillich Dios no es una cosa ni un ser. Está más allá de ser y estar. Según Tillich, “Es tan ateo afirmar la existencia de Dios como negarla, porque el ser mismo trasciende la existencia. Dios es la respuesta simbólica del hombre en la búsqueda de valor para superar la angustia de su situación límite entre el ser o no ser”.  (Sin Jesucristo todo es carroña. Santos Olabarrieta. Ediciones B.P.I.W. Fort Lauderdale. Florida. 1982. pg. 94)

Indudablemente todas estas cosas han conseguido que el término “religión” haya sufrido un notable desgaste. Al punto tal que a lo “religioso” se lo asocie con lo hipócrita, pusilánime, hueco e inclusive “opio del pueblo”; aunque no sea ese su significado real. Lo que es peor aún, que el término “religión” se confunda con “fe”.

“Yo no soy religioso, soy creyente” fue la respuesta que un amado hermano y amigo tuvo que darle una noche a alguien a quien pretendíamos presentarle el Evangelio.

Santiago define en su Epístola con suma claridad lo que es religión:

“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta:  Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones,  y guardarse sin mancha del mundo.”

(Santiago 1:27 RV60)

Un canto en la oscuridad

Jesús dijo:

“ … porque de cierto os digo,  que si tuviereis fe como un grano de mostaza,  diréis a este monte:  Pásate de aquí allá,  y se pasará;  y nada os será imposible.”

(Mateo 17:20 RV60)

“…  Si tuvierais fe como un grano de mostaza,  podríais decir a este sicómoro:  Desarráigate,  y plántate en el mar;  y os obedecería”.

(Lucas 17:6 RV60)

Evidentemente fe no es lo mismo que religión. La fe puede hacer en nuestras vidas lo que la religión no puede. La Fe es ese formidable motor que trasciende rituales y métodos con su poder transformador.

Cada amanecer escucho el canto de los pajaritos aún cuando todavía está completamente oscuro. Su canto anuncia la luz del alba inminente. Los entusiastas trinos están dando la bienvenida a la luz que aún no se ve, pero que en contados minutos se hará presente con toda su majestuosidad en el firmamento. Fanny Crosby, autora de numerosos himnos del evangelio fue un canto en la oscuridad. Desde su temprana infancia quedó ciega. Sin embargo sus himnos hablan de aquella mañana de sol radiante y eterna en que el Salvador brillará por la eternidad. Ella supo anticipar desde su oscuridad la Gloria venidera.

“Es,  pues,  la fe la certeza de lo que se espera,  la convicción de lo que no se ve.”

(Hebreos 11:1 RV60)

Durante los primeros años de mi juventud, alguien tuvo a bien presentarme un Dios completamente diferente del que me había mostrado la religión. Un Dios que con inmenso amor se interesaba personalmente por mí y en lugar de condenarme se acercaba con dulce compasión ofreciéndome el perdón de todos y cada uno de mis pecados por el sacrificio de Jesús en la cruz.

Fue en ese momento cuando para mí cobró sentido la cruz de Jesús. La opresión, la culpa y el miedo terminaron. ¡Menuda carga me quitaba! Hoy, habiendo transcurrido más de 30 años de ese momento, alcanzo a comprender que si algo disparó mi conversión, que si algo motivó al joven ateo que moraba en mí a volverse a Dios, fue justamente el conocerlo tal cual era.

La religión mal administrada me dio una niñez signada por el miedo. La fe me liberó. 

“… y conoceréis la verdad,  y la verdad os hará libres”.

(Juan 8:32 RV60)

Una fe auténtica produce libertad del individuo, responsabilidad moral, decisión personal, autonomía espiritual, honestidad intelectual y claridad racional, entre otras cosas;  elementos que por otra parte, se hallan presentes en una religión sana y basada en los mandamientos de Dios.

Una fe auténtica lucha contra la dependencia espiritual, la sumisión al autoritarismo, el sometimiento a poderes ajenos que impiden el desarrollo de los individuos, el conformismo y el colectivismo nocivo y mal administrado. Proporciona las fuerzas para levantarnos triunfantes una y otra vez sobre las contingencias de la vida.

Una fe sana produce discernimiento y habilidad. Es simple y sencilla. “Solamente cree” y sabe en quien ha creído.

“…  porque yo sé a quién he creído,  y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.

(2 Timoteo 1:12 RV60)

Una fe sana es pilar, soporte; no carga

Un amado hermano de La Habana, Cuba; Juan Carlos Rodríguez, me describió muy acertadamente como funciona y se aplica esto en nuestras vidas. Dice, hablando de los héroes de la fe del capítulo 11 de la carta escrita por Pablo a los Hebreos:

“Su fe no fue un puente entre ellos y lo que ellos esperaban que Dios hiciera, sino un puente entre ellos y Dios mismo. Allí el autor dice en los versos 13-16 que mientras caminaron acá ellos mantuvieron en su corazón seis actitudes sólidas, firmes y profundas en relación a lo prometido por Dios: lo creyeron, lo saludaron, lo confesaron, lo demostraron, lo pensaron y lo anhelaron. ¡Qué gran ejemplo para mí hoy!. Si quiero caminar hoy con la frente en alto, necesito mantener estas seis cosas en lo profundo de mi ser en relación a las promesas de Dios para mí.

Necesito primero creerlo, y esto es estar persuadido y convencido de lo que Dios ha prometido. Luego, saludar las promesas, que es como abrazarlas, como abrazaría a un ser amado y hacerlas parte de mí; luego confesarlas con mi boca o sea, decir lo mismo que Dios ha dicho; después, demostrarlo con mi vida.

Sí, de nada me serviría confesarlo si con mi manera de vivir dijera otra cosa.

Hermanos, hoy quiero vivir acorde con lo que confieso con mi boca. Entonces estaré preparado para pensarlo. Si cuando lo creo, lo abrazo, lo confieso y lo demuestro con mi vida, entonces podré pensar en ello y lo que pienso termina formando mi vida.

Finalmente lo anhelaré, y el anhelo es el deseo profundo de mi alma. Cuando los hombres y mujeres de Hebreos 11 mantuvieron estas seis cosas en su corazón, entonces el verso 16 dice que Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos. Quiero que Dios hoy no se avergüence de llamarse mi Dios”.

No te vengo a vender una religión. Te vengo a presentar a Jesús

Amado/a: si has leído hasta este punto, una vez más transcribo las acertadas palabras de un joven ex colaborador en las lides de la fe: “no te vengo a vender una religión, te vengo a presentar a Jesús”.

Por favor: No cambies de religión. Pide a Dios que cambie TU VIDA hoy. Allí donde te encuentres, entrega tu vida a Jesús en una sencilla oración donde reconoces tus pecados, pides perdón por ellos y le dices que le aceptas como tu Salvador. Pero cree. Fundamentalmente deposita tu fe en El y sólo en El.

Hace poco, alguien se había ubicado en el “Km. 0” de nuestra ciudad con un enorme cartel amarillo y grandes letras en negro que expresaba: “Las IGLESIAS SON una ESTAFA. CREE EN JESUS y aprende de Él”. Ignoro a qué iglesias concretamente se refería y por cierto, no todas las iglesias tienen por qué ser lo mismo. Pero el concepto base, sí es válido: No es una religión ni una iglesia la que va a salvar tu alma, sino sólo JESÚS, y nadie más que JESÚS.

“Porque hay un solo Dios,  y un solo mediador entre Dios y los hombres,  Jesucristo hombre”

(1 Timoteo 2:5 RV60)

Finalizamos con un pensamiento de Bernardo Stamateas en su libro “Intoxicados por la fe”:

“Una fe sana cambia el miedo por la fe. Miedo es fe en reversa: fe en lo negativo, en lo malo, y funciona porque es fe. TODO LO QUE ES FE FUNCIONA”.

El Señor tenga a bien bendecir, sostener y prosperar tu vida, familia y ministerio. Hoy y cada uno de los días de tu vida.

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Bibliografía:

Biblia de Estudio Mundo Hispano. Editorial Mundo Hispano. Buenos Aires. 1978.

Intoxicados por la fe. Bernardo Stamateas. Grijalbo. Buenos Aires. 2010.

Nuestro Pan Diario. “Un pájaro cantor en la oscuridad”. H. Dennis Fisher. RBC Ministries. Michigan. U.S.A. 2008.

Sin Jesucristo todo es carroña. Santos Olabarrieta. Ediciones B.P.I.W. Fort Lauderdale. Florida. 1982.

La religión a la luz de la sicología. Wayne E. Oates. Ed. Mundo Hispano. 1970.

Las sectas y la juventud. Ronald Enroth. Clie. Barcelona. 1980.

Erich Fromm. Miedo a la libertad. Planeta-Agostini. Barcelona. 1985.

Pastores que abusan. Jorge Ederly. e-book. 2002.

Un análisis a las doctrinas falsas. Pabel Bermudez Garro. e-book.

De la religión a la espiritualidad y viceversa. Rafael Pérez. e-book. 2007.

¿Para qué sirve Dios?. Philip Yansey. Peniel. Buenos Aires. 2012.

Diccionario Usual RAE-XXI Ed.-Edición Electrónica v.1.0-Espasa-Calpe. Barcelona. 1995

Art.: “El opio de los pueblos”. Paulina Gamus.  https://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/2035389.asp. 28/07/2005

Art.: “Opio del pueblo”. Enciclopedia en línea Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Opio_del_pueblo

Art.: “Karl Marx”. Enciclopedia en línea Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Marx

Art.: “Galileo Galilei”. Enciclopedia en línea Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Galileo_Galilei

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