¡El Señor silenciará a nuestros enemigos!

¡El Señor silenciará a nuestros enemigos!

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Las pruebas que afrontamos y que el Señor permite en nuestra vida para perfeccionar su obra en cada uno de nosotros, se convierte la mayoría de las veces en la oportunidad que aprovecha el maligno para poner en acción su plan de destrucción en contra nuestra, pues él nos odia y no desperdiciará ocasión para dañarnos.

Aunque sabemos que las pruebas son una bendición porque ellas nos ayudan a madurar de acuerdo al carácter y los propósitos del Señor, podemos llegar a un punto en el que pensamos que no vamos a seguir soportando; parece que las dificultades se acrecientan y se vuelven cada vez más gigantes, y es aquí, cuando damos lugar a la duda, la angustia, la tristeza y la desesperación. En este estado de vulnerabilidad los problemas que tenemos pueden empezar a manifestarse con más fuerza: la escasez, el menosprecio, el abandono de aquellos que una vez dijeron que nos amaban, la drogadicción, el alcoholismo, el desempleo, el divorcio, etc.  Todo lo bueno que una vez tuvimos y experimentábamos, no quedó más que en un bonito recuerdo que no sabemos si volveremos a vivir. Es muy difícil sacar fuerzas y aliento en circunstancias como esta; sin embargo, ninguna de las aflicciones que afrontamos impedirá que caigamos de rodillas postrados ante Dios nuestro Padre, humillados delante de Él para clamar por su bondad y su gracia en Cristo Jesús. Tal vez no tengamos mucho para decirle, puede ser tan grande el dolor que sentimos que no somos capaces de expresárselo, a lo mejor sólo lloraremos ante su presencia; pero en algo puedo confiarme, y es que Él nos ve y nos escucha. Dios es bueno, Él no dejará defraudados y sin respuesta a sus hijos, Él es misericordioso.

Dios nos preservará para su gloria, por su inagotable amor y su eterna fidelidad nos liberará de toda angustia ¡el Señor silenciará a nuestros enemigos! y no permitirá que se salgan con la suya. Así sintamos que no podemos más y que se nos agotaron las ganas de luchar no dejemos de confiar en las promesas del Señor, no sé cuándo, pero con certeza puedo decirte que Dios no nos abandonará y tarde que temprano veremos la manifestación de su gracia y de su gloria sobre nuestras vidas. El Señor sabe hasta dónde podemos soportar y cuando llegue el momento nos extenderá su mano poderosa para ayudarnos a salir adelante. Yo no sé cuál sea la prueba, el desierto o la crisis que estás atravesando, pero sí te puedo asegurar que no eres la única persona que está viviendo algo así. Ten fe y sigue delante de la mano de nuestro Señor Jesús, Él nos ayudará, nos fortalecerá y nos levantará por amor de su nombre.

“Oh Señor, a ti clamo, apresúrate a venir a mí. Escucha mi voz cuando te invoco. Sea puesta mi oración delante de ti como incienso, el alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde”. Salmo 141:1 (La Biblia de las Américas).

 “Clamo al Señor con mi voz; con mi voz suplico al Señor. Delante de Él expongo mi queja; en su presencia manifiesto mi angustia”.

Salmo 142:1 (LBLA).

“Oh Señor, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas,
respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia… Respóndeme pronto, oh Señor, porque mi espíritu desfallece; no escondas de mí tu rostro,
para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura. Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma. Líbrame de mis enemigos, oh Señor; en ti me refugio. Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme. Por amor a tu nombre, Señor, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia. Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma; pues yo soy tu siervo”. Salmo 143:1, 7-12 (LBLA).

¡Dios nos dio a su Hijo Jesús y a su Santo Espíritu, también nos dará las cosas que necesitamos según su perfecta voluntad!

Por: Marisela Ocampo O.

Escrito para www.destellodesugloria.org

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