Reflexión: El Naufragio

Un Destellito En Las Manos De Dios

naufragio

Destellito, ha querido esta vez, incluir la historia de hoy, tal como fue contada por los involucrados, ¿la razón?, es preciosa y digna de conocerla. El diálogo se produce inmediatamente después de un naufragio, entre un marinero que había colaborado en el rescate, y de una señora que contemplaba desde la orilla lo que había sucedido.

Entonces con mucha seriedad el marinero dijo a la señora: “Perdóneme usted, ¿me permite una pregunta sencilla pero muy sincera? ¿Es usted salvada o perdida? Quiero decir, ¿acaso conoce usted a Jesús?”

La pregunta no molestó a la señora en lo más mínimo. En cambio su corazón se llenó de gozo porque ella era salvada, conocía a Jesús como a su Salvador. Mientras los dos conversaban, la señora dijo: “¿Cuánto tiempo hace que usted tiene el perdón de sus pecados?”

“Hace cinco años que el Señor me salvó de perecer ahogado, y también salvó mi alma del infierno”, contestó. “No lo olvidaré jamás, porque dos murieron por mí”,

“¿Dos?” preguntó asombrada.

“Sí, señora, dos”, le dijo. “Mi Salvador murió por mí hace casi 2000 años en la cruz, allí en las afueras de Jerusalén, y mi compañero murió por mí hace sólo cinco años. Eso fue lo que me llevó al Salvador”,

Viendo mucho interés de parte de la señora, él continuó: “Fue una tempestad muy parecida a la de anoche, cuando nuestro barco naufragó en las rocas. Disparamos los cohetes pidiendo auxilio, y los guardacostas salieron en su bote salvavidas”,

“Con mucha dificultad el pequeño barco alcanzó a hacer dos viajes, sacando a las mujeres y los niños. Las olas nos azotaban fuertemente, y nuestro barco ya se deshacía. Sabiendo que el tercer viaje sería el último, y que todos no cabíamos, echamos suertes. A mí me salió para quedarme en el barco. Yo sabía que estaba condenado a morir. Parado a mi lado estaba mi compañero que muchas veces me había hablado del Señor Jesús a quien él amaba, pero yo me había reído, y siempre le decía que iba a gozarme de la vida. Al volverme hacia él, vi que se reflejaban en su cara una paz y calma completa”,

“Por última vez el bote se acercaba. Le tocaba a mi compañero Jaime, ir a bordo, pero en vez de adelantarse, él me empujó a mí diciendo: “Anda tú en lugar mío, Tomás; yo te espero en el cielo”,

“Dentro de segundos yo me encontraba seguro en el bote. Apenas nos habíamos alejado, el barco se hundió y Jaime se ahogó en lugar mío. Entretanto remábamos hacia la playa, yo oraba, “Oh Dios, si yo llego salvo a la playa, Jaime no habrá muerto en vano”,

“¿Pasó mucho tiempo antes que usted aceptara al Salvador?” preguntó la señora.

“No, no mucho, pero al principio no sabía cómo empezar. Sin embargo no podía estar tranquilo porque siempre veía a Jaime con esa expresión de paz en su cara. Despierto o durmiendo, siempre lo veía.

“Me acordé que Jaime leía la Biblia, así que compré una. Dije a Dios que yo era muy ignorante y no sabía cómo llegar al cielo, pero quería encontrarme con Jaime allí. Le pedí que me mostrara el camino. Todo lo que leía me condenaba más, y me sentía tan pecador que dije, “No hay esperanza; yo soy demasiado malo. No hay salvación para mí” y cerré el libro”,

“Pero no podía dejar de leerlo, y por fin llegué a la parte donde habla del ladrón que el Señor salvó. Yo pensaba que él sería tan malo como yo, no obstante el Señor le recibió, así que con todos mis pecados, acudí a Jesús, y El me los perdonó. Como usted ve, dos hombres murieron por mí”.

El Naufragio

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Juan 5: 24.

La experiencia de la salvación vivida por el marinero, es una historia bella, como bellas son las historias de millones de convertidos hasta hoy. ¿Tiene usted una historia de salvación para contar?, si no la tiene, no pierda la oportunidad, y escríbala, Cristo Jesús lo ama.

Por Oscar Olivares Dondero

Escrito para: www.destellodesugloria.org

 

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: