Bosquejo – ¡La gran comisión! – Parte V

¡LA GRAN COMISIÓN! (V)                                                                                          

gran comisionHECHOS 8: 26-39

INTRODUCCIÓN: a continuación analizaremos algunas CARACTERÍSTICAS que debe tener el mensaje evangelístico y las aprenderemos de Felipe el Evangelista en este texto bíblico en los tiempos de Jesucristo. Solamente se trata de algunas “pautas” a tener en cuenta en la predicación evangelística.

  1. BIBLIOCÉNTRICO.

Fue lo que hizo Felipe el Evangelista cuando le compartió, anunció el evangelio de Jesús al etíope (vr. 32-35). De hecho el texto bíblico que aquí usó para compartirle el evangelio de Cristo (evangelizarlo) fue el libro del profeta Isaías; habla de crucifixión de Cristo (Isaías 53: 7, 8). No usó el “manual de evangelismo” ni el libro de filosofía (por decirlo de una manera), sino la Palabra de Dios que es la que cambia, transforma, regenera, produce nuevo nacimiento (Juan 3: 5), limpia (Juan 15: 3) y vida eterna (Juan 6: 68, 69)

  1. CRISTOCÉNTRICO.

El Evangelista Felipe lo entendió y lo hizo así al compartirle al etíope todo lo relacionado con la muerte de Cristo y anunciarle el Evangelio de Jesucristo (vr. 32-35) (Isaías 53: 7, 8). No habló de sí mismo, de su ministerio evangelístico, de los milagros que hacía, de las almas que llegaban a los pies de Cristo, ni mucho menos de su llamado y testimonio (Hechos 6: 5; 8: 5-13; 21: 8, 9); sino que hablaba y predicaba a Jesucristo y Su evangelio (vr. 35)

  1. CORTO.

¿Qué tiempo cree usted que Felipe el Evangelista duró explicándole el texto bíblico al etíope? No lo podemos saber con exactitud (el pasaje bíblico no lo registra). Sin embargo; si describe los dos versículos que el etíope estaba leyendo y que Felipe le enseñó oportuna y claramente (vr. 32-35) (Isaías 53: 7, 8). ¡También pudo haberse extendido en la explicación del mensaje! Lo cierto es que lo aconsejable en un mensaje evangelístico (sobre todo al aire libre) es que sea corto pero contundente, claro y entendible (es mi experiencia). Sin embargo; el tiempo de duración queda a consideración y estilo del mismo evangelizador o predicador.

De hecho la efectividad y el convencimiento no dependen del tiempo que dura el mensaje, sino de la obra del Espíritu Santo. Nosotros solamente cumplimos con nuestra parte que consiste en explicar el mensaje de salvación lo más claro que podamos y lo demás lo hace Dios. Está fue la experiencia de Jonás cuando llevó el mensaje a los ninivitas: “De aquí a cuarenta días será destruida” (Jonás 3: 4). Corto pero suficiente para convertir a toda una nación, efectivo, poderoso, ungido contundente y más que suficiente para hacer que toda un pueblo se volviera a Dios, alcanzara Su misericordia y Su perdón (Jonás 3: 5-10; 4: 11). A lo mejor influyó parte de la educación que tenía en arameo y por lo cual quizás aprendió como pronunciar estas palabras en el idioma de los ninivitas. ¡Lo importante fueron los resultados positivos con un mensaje corto pero claro!

  1. SENCILLO.

Felipe le compartió el mensaje del evangelio de Jesús al etíope lo más sencillo que pudo, relacionado con la muerte de Cristo en la cruz (vr. 32-35) (Isaías 53: 7, 8) y logró el propósito: el etíope se convirtió, creyó y confesó que Jesucristo es el hijo de Dios (vr. 37) y hasta se bautizó en agua (vr. 35-38). Igualmente Jonás llevó a los ninivitas a un encuentro con Dios y al arrepentimiento con un mensaje corto, un poco fuerte (juicio) pero sencillo y sin complicación alguna (Jonás 3: 4- 10)

  1. CLARO.

El evangelista Felipe fue claridoso con su mensaje al etíope; tanto así que el eunuco no entendía lo que estaba leyendo (vr. 30, 31); pero Felipe de la manera más clara le explicó el pasaje de Isaías  que enfatizaba la muerte de Cristo (Isaías 53: 7, 8). De tal manera que por iniciativa propia el etíope pidió ser bautizado (vr. 35-38). Igualmente Jonás fue claro y  conciso con su mensaje de juicio a los ninivitas; convirtiéndose todo un pueblo para Dios (Jonás 3: 1-10). ¡No nos compliquemos la vida (por decirlo de una manera), ni tampoco el mensaje! Esto no quiere decir que por eso vamos a predicar cualquier cosa. ¡No a la mediocridad, pero si al mensaje claridoso!

  1. SERIO.  

Hacemos referencia a dejar a un lado las fabulas, los comentarios inoportunos, los términos ofensivos, la censura, el legalismo, la religiosidad, el sectarismo, las discusiones por doctrinas o posiciones humanas y sobre todo no salirnos de los parámetros bíblicos enseñados por nuestro Señor y Maestro (Jesucristo). Así lo aprendemos también de Felipe el Evangelista cuando le anunció el evangelio de Jesús al etíope; lo hizo con toda la seriedad del caso (vr. 30, 34, 35, 37, 38). Igualmente Jonás a los habitantes de Nínive cuando aceptó el llamado de ir  a Nínive y cumplir la misión divina: fue un menaje fuerte pero con seriedad (Jonás 3: 1-10). También nos referimos al hecho de hablar menos de nosotros mismos en el mensaje que estamos predicando y en caso contrario hagámoslo en tercera persona como lo hizo en cierta ocasión el apóstol Pablo cuando tuvo la experiencia de ser arrebatado al tercer cielo; al decir: “Conozco a un hombre y era él mismo (2 Corintios 12: 1-10 ([2, 3]). ¿No cree usted que esto también hace parte de la seriedad de una  predicación, del predicador y habla de su humildad?

  1. SIN OFERTAS.

Hacemos alusión a ese evangelio “barato”, “ofertado” y de “prosperidad” que muchos predican hoy (lo digo sin censura y con respeto): “si te entregas a Cristo tendrás casa, carro, dinero, finca, saldrás de pobreza, serás rico, prosperaras y muchas ofertas más”. Es cierto que en el Evangelio y en el Cristianismo hay bendición (Génesis 12: 3; 22: 18; 28: 14; Hechos 3: 25; Gálatas 3: 8) pero sin necesidad de venderlo y comprometerlo de esa manera. En ninguna parte del relato bíblico vemos que Felipe propuso ninguna de estas cosas al etíope (vr. 26-40), ni tampoco Jonás a los ninivitas (Jonás 3: 4-10). Las únicas ofertas que un predicador serio debe proponer a los cuatro vientos siempre a los oyentes y que no debemos callarlas nunca jamás son: Cristo salva, sana, bautiza, viene pronto, liberta, transforma, cambia, regenera, da paz, gozo, felicidad, que Dios es amor y fuego consumidor, que se arrepientan y se vuelvan al creador, que hay un cielo y un infierno, etc.

  1. CON UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN.

Felipe el Evangelista llevó a la conversión al etíope (vr. 36, 37) tanto así que lo bautizó en agua inmediatamente por iniciativa y petición del mismo eunuco (Hechos 8: 38). Los hombres de Nínive también se convirtieron de sus malos caminos, con una predicación corta, sencilla, seria y de juicio (Jonás 3: 4-10). No olvidemos hacer el llamado a la conversión a la persona que estamos evangelizando o al que está oyendo la predicación de la Palabra de la Dios e invitarlo a la decisión de fe más importante de su vida (recibir a Cristo como su redentor y salvador). Inclusive aunque estemos enseñando a la iglesia: haga el llamado de arrepentimiento y conversión a las visitas (almas) que están presentes. Tampoco olvidemos explicarles a ellos perfectamente la decisión de fe que van hacer a través una oración, para que después no hallan malos entendidos al respecto y no digan: “yo hice la oración porque el predicador me dijo”. ¡Tómese tiempo para explicarle (s) bien la decisión que van a tomar. ¡Dígales que significa e implica recibir a Jesús como salvador y seguirlo a partir de ese momento!

  1. CON UN LLAMADO A LA SALVACIÓN.

Se relaciona con lo anterior: un llamado al arrepentimiento y es importante extenderle la invitación al oyente y al receptor del evangelio a la salvación en Cristo, explicándolo también de la manera más sencilla y clara. Felipe el Evangelista se lo explicó bien al etíope llamándolo e invitándolo a creer en Jesucristo el hijo de Dios y así correspondió y lo experimentó el etíope (vr. 37, 38). Los ninivitas que fueron salvados del juicio de Dios que venía  sobre ellos acudieron al llamado volviéndose a Él con arrepentimiento, ayuno y cilicio (Jonás 3: 4-10).

  1. PREDICANDO EL EVANGELIO

Observamos aquí en este relato bíblico que Felipe el Evangelista le anunció, predicó, compartió al etíope el Evangelio de Jesús (vr. 12, 35, 40): esto es precisamente el trabajo espiritual que Jesucristo el hijo de Dios nos ha encomendado, comisionado desde hace más de dos mil años atrás y poquito antes de Su ascensión al cielo  (Marcos 16: 15, 16). Fue lo que el mismo Cristo hizo y ordenó (Mateo 4: 23; 11: 5; 24: 14; 26: 13; Marcos 1: 14; 13: 10; 16: 15; Lucas 7: 22; 8: 1), Pedro y Juan (Hechos 8: 25), Pablo y su equipo misionero (Hechos 13: 32; 20: 24; 1 Corintios 1: 17; 9: 18; 15: 1; 2 Corintios 2: 12; Gálatas 1: 11; Efesios 3: 8; 6: 15, 19). ¡De hecho predicar el evangelio es una gracia de Dios! (Efesios 3: 8). Nuestra responsabilidad por orden divina consiste precisamente en predicar, anunciar y compartir el Evangelio de Cristo y no la religión, la filosofía, la historia, la experiencia y el testimonio personal primeramente antes que el mismo evangelio (aunque puede servir para complementar el mensaje)

CONCLUSIÓN: ténganos muy en cuenta estos principios en el mensaje evangelístico. ¡ALELUYA!

Autor: PrediCantor Garys Leandro

Preparado para: www.destellosdesugloria.org.com

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