Tenemos que volver al valle donde nos desafiaron los gigantes

Tenemos que volver al valle donde nos desafiaron los gigantes.

La primera batalla que peleamos es para ser libres.

La segunda batalla es para mantener esa libertad.

“Y vino David a Baal-perazim, y allí los venció David, y dijo: Quebrantó Jehová a mis enemigos delante de mí, como corriente impetuosa.”

A todos nos gusta que algunos problemas se terminen de una vez por todas, ¿verdad? No es de nuestro agrado tener que volver sobre un tema que ya habíamos considerado cerrado. Pero hay veces, que tenemos que “volver a ponernos sobre nuestros pies” y volver a “tomar la espada del Espíritu” para terminar de una vez por todas con la situación que siempre nos está rodeando, que nos intimida, que nos quita el sueño, que nos saca de nuestro objetivo, que definitivamente no nos deja vivir en paz.

La fe no acepta el problema como resultado final. Podemos decir: “reconozco que estoy mal, que mi matrimonio está en crisis, que tengo pruebas, pero no lo acepto. Acepto como autoridad final lo que Dios me dijo y eso es lo que sucederá en mi vida. Lo digo y lo creo”.

Algunos lo dicen pero no lo creen, y otros lo creen pero no lo dicen.

El ejemplo de David nos va a servir para hacer ambas cosas: para creer y declarar lo que creemos.

David era líder de Judá y reunió un ejército con gente peleadora, porque él también era así, guerrero, y los peleadores se juntan con los peleadores. Tenemos que armar nuestro equipo, ¡porque cuando se juntan las distintas unciones, el infierno tiembla!

Él tenía que ir a pelear contra sus enemigos los filisteos en el Valle de Refaim o “valle de los gigantes”, David va a consultarle a Dios, el arca estaba justo pegada a la casa de David porque él vivía con la Presencia de Dios pegada a su casa. La respuesta de Dios fue que fuera a pelear, porque sin ninguna duda los vencería.

Por eso después de la victoria, David le puso por nombre a aquel valle Baal-perazim que significa: “Señor de las roturas o de los quebrantamientos” La imagen es la de una inundación que rompe un dique, como las tropas de David quebrantaron el asalto filisteo.

Fue un lugar de rompimiento, nosotros le vamos a cambiar el nombre a la situación, ¡lo que ahora nos es una lucha o una gran prueba se va a romper en el Nombre de Jesús!

Los filisteos volvieron a venir para dar pelea otra vez. Siempre los problemas nos vuelven a tocar la puerta, pero si los derrotamos una vez, eso es la muestra de que en esta segunda oportunidad, los vamos a finiquitar.

David tiene que pelear otra vez y va a consultar a Jehová, Dios le dice: “no subas, sino rodéalos, y vendrás a e ellos enfrente de las balsameras”. Las balsameras son árboles que producen una resina de la que se obtiene un aceite fragante que se usa para aliviar o curar algún dolor. “Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las balsameras, entonces te moverás; porque Jehová saldrá delante de ti a herir el campamento de los filisteos. Y David lo hizo así, como Jehová lo había mandado; e hirió a los filisteos desde Geba hasta llegar a Gezer.”

La orden de Dios era que fueran todos debajo de los árboles, esto es símbolo de que si nos ponemos “debajo del árbol toda la noche” -Delante de Su Presencia- nos caerá la unción del Espíritu Santo y oiremos un ruido de guerra, pero estaremos bien tranquilos porque ¡Él peleará por nosotros!

Después del problema, una vez que lo hayas traspasado, los hechos que te molestaban día a día te resultarán insignificantes, no tendrán importancia y las situaciones negativas ya no te harán daño. Sabrás, por experiencia propia, que aunque te caigas vas a volver a levantarte. El diablo odia al que se cae y se vuelve a levantar porque él no se levantó nunca más.

Y así como hacía David, le vas a ir a consultar TODO a Dios. Nunca pelees sin antes haber hablado con Él, de haberle presentado detalladamente toda la situación, no olvides que Dios es un ser inteligente, y le tenemos que hablar con inteligencia, y exponer nuestra causa sin ningún temor, Él te dará las mejores ideas para salir de cualquier problema.

Los gigantes volvieron… pero David ya le había cambiado el nombre al lugar, “el valle de los gigantes” ahora era el lugar donde “el Señor rompe y quebranta”. Hay una atmósfera de victoria para nosotros. Todas las bendiciones nos van a alcanzar; nos van a alcanzar porque nosotros ya estamos bendecidos.

“Y cuando oigas ruido de pasos en la cima de las balsameras, ataca con decisión porque el Señor sale delante de ti para derrotar a tus enemigos”

Hoy Dios te dice: “Ahora tu pelea es mía, tu batalla es mía” porque YO NUNCA PERDÍ UNA SOLA BATALLA!

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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