Una verdadera adoración – Parte 1 de 2

UNA VERDADERA ADORACIÓN – PARTE 1

Lectura: Juan 4:23-24

Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.

¿Qué significa adorar a Dios? ¿Qué necesitas para poder adorarlo? ¿Por qué es importante adorarlo? ¿Cómo sé que mi adoración está subiendo al trono de Dios? ¿Por qué, a veces, parece que Dios no me escucha? ¿Por qué, a veces, cuando oro no siento que pase nada? Creo que todos nosotros alguna vez nos hemos hecho estas preguntas. Me gustaría demasiado poder compartirles lo que Dios me ha enseñado respecto a lo que es una verdadera adoración; estoy seguro que lo ayudará a resolver sus preguntas, tal como lo hizo conmigo.

El texto bíblico se enmarca en una ciudad llamada Samaria, donde Jesús encuentra a una mujer con una vida desordenada que, solitaria ya que ha sido rechazada por su comunidad, va a sacar agua del pozo. Es allí donde Jesús se le presenta como el agua de vida que puede saciar la sed espiritual que había en su alma. Esta mujer, que sólo quería sacar agua del pozo, fue encontrada por el Maestro y su vida no fue igual. Tanto la afectó este encuentro, que hasta dejó su cántaro (recipiente donde iba a poner el agua) y fue a decirle a su comunidad que había encontrado a un hombre que le había dicho todo cuanto había hecho; y les planteó la duda de si este hombre sería el tan esperado Cristo. Los samaritanos respondieron al llamado de la mujer y, escuchando las palabras de Jesús, creyeron en él.

Judíos y samaritanos tenían una relación muy poco amigable, de hecho, no se trataban entre sí; por esta razón la mujer tiene una actitud muy indiferente con Jesús al principio del texto, pero a medida que Jesús le hablaba, la palabra de Dios entraba más y más adentro de su corazón; hasta transformarla por completo. Hubo un punto de la conversación en que la mujer le preguntó a Jesús dónde se debía adorar, pues las tradiciones judías y samaritanas chocaban en este aspecto (versículo 20). Jesús, como judío, podía haber contestado según las tradiciones judías; pero Jesús no era un simple judío, era el Hijo de Dios y como tal le contestó.

En la respuesta de Jesús se hace notorio su deseo de cambiar el corazón de esta mujer, anulando sus tradiciones religiosas y mostrándole la verdad de Dios que sobrepasa abundantemente las diferencias culturales, y que lo sigue haciendo hasta hoy y lo seguirá haciendo por siempre.

Ahora, la pregunta que nos deberíamos hacer es ¿Por qué Jesús le enseña acerca de la verdadera adoración a una mujer con una vida desordenada y que apenas había tenido un primer encuentro con él? Justamente, la misma pregunta encierra la respuesta: Porque Jesús sabía que esta mujer necesitaba restablecer su relación con Dios; y eso es la adoración, es estar cerca de Dios.

La adoración nace en la necesidad de estar cerca de Dios, en el anhelo por su dulce presencia, en el profundo y sincero deseo de conocerlo. Podríamos entonces definir la adoración como la búsqueda de Dios.

Sólo los necesitados reconocen el valor de la fe, sólo los necesitados reconocen el inmenso valor de estar cerca de Dios. ¿Eres un necesitado de Dios? Entonces vas por buen camino para ser un verdadero adorador, pues la primera cosa fundamental para serlo, es tener el ferviente y ardiente deseo de su presencia; si no tienes eso y ves a Dios como un bombero que te ayuda cuando tienes problemas o te crees un sabelotodo de Dios que conoces la biblia al derecho y al revés y que no necesitas aprender nada más de Dios porque ya lo sabes todo de él; entonces la adoración no es para ti. LA ADORACIÓN ESTÁ DESTINADA SÓLO PARA AQUÉLLOS QUE BUSCAN A DIOS CON TODO SU CORAZÓN, DEBIDO A UNA PROFUNDA NECESIDAD POR SU PRESENCIA.

¿Ahora entiendes por qué esta mujer necesitaba comprender el verdadero valor de la adoración? Y qué tal tú, ¿también estás necesitado de un cambio en tu vida? ¿También necesitas a Dios en tu vida? ¿También arde en tu corazón el ferviente deseo de conocer al Dios vivo que hace nuevas todas las cosas y que llena por completo los corazones de los que lo buscan? Entonces sigue leyendo.

Basados en los dos versículos de esta lectura, vamos a ver la gran enseñanza que el mismo Jesús nos da acerca de la adoración, la cual responde a las siguientes preguntas en su orden: ¿Cuándo adorarán a Dios? ¿Quiénes adorarán a Dios? ¿Cómo adorarán a Dios? ¿Por qué adorarán a Dios? Dejemos que Jesús se encargue de responder a estas preguntas:

1. ¿Cuándo adorarán a Dios?:

“Mas la hora viene, y ahora es…”. La respuesta es: AHORA.

Note que la primera parte del versículo dice “Mas la hora viene” esto implica una espera, es decir, toda la creación estaba esperando la manifestación del hijo de Dios, toda la creación estaba esperando que la desunión que existía entre ella y Dios, a causa de la desobediencia del hombre, por fin desapareciera; toda la creación estaba expectante por la redención (redención significa volver a dar valor a algo) que Dios iba a darle.

La humanidad estaba separada de Dios y necesitaba volver a Él. El hombre fue creado por Dios para su satisfacción, por esa razón el hombre necesita a Dios, porque fue creado para estar con Él. La humanidad también estaba esperando que ese vacío que estaba incrustado en lo más profundo de su alma fuera por fin saciado. ¿Alguna vez has sentido ese vacío en tu corazón? ¿Cómo que algo te hace falta? Eso es porque fuiste creado para estar con Dios, y sólo Él es capaz de saciar ese vacío. ¿Notas la importancia que tiene la adoración? Si fuimos creados para estar con Dios, la adoración implica ese estado de vida en que estamos constantemente cerca de Él. No sé si usted puede comprender la magnitud de lo que esto significa, ¡Yo no lo alcanzo a comprender! Pero sí sé que es algo magnífico poder estar en plena comunión con aquél que me creó. ¡Es lo más maravilloso que existe! Después de todo, para eso fui creado.

Ahora veamos la segunda parte: ¡Es maravillosa!, dice: “y ahora es”. ¿Nota lo que quiere decir esto? Esto quiere decir que la espera había terminado, por fin en el gran hueco que nos separaba de Dios, se iba a construir un puente que nos acercara de nuevo a Él, ¡Jesús es el puente que nos une nuevamente con nuestro creador! Fue por esa razón que Jesús le afirmó a la mujer samaritana que el momento para adorar a Dios había llegado, pues él era el cordero de Dios que iba a quitar el pecado del mundo. Gracias a Jesús de Nazareth, AHORA, podemos adorar a Dios y estar con él sin ningún impedimento. ¡EL VELO FUE RAZGADO! Ya nada nos puede separar de su amor.

Autor: Juan Felipe Caro Valencia

Escrito para www.destellodesugloria.org

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