Vasijas defectuosas

Vasijas defectuosas

Hoy le dije a Dios: “Sé que soy indigno de ser tu siervo. En pecado fui formado y lleno de pecado estoy. Pero me aferro al madero de la gracia sobrenatural de tu perdón. Eso, y nada más que eso, es lo que me hace estar limpio delante de tu mirada y ser de bendición para quienes leen estos mensajes, mi amado Señor. Esa situación no hace otra cosa que glorificar más y más tu Santo Nombre, y amarte más y más.”

En este sentido, hoy recordé esa historia del oriental que cada día cargaba con sus vasijas llenas de agua desde la vertiente.

Había un oriental que cada día cargaba en un palo sobre sus hombros, dos vasijas repletas de agua colgadas de sus extremos. Una de ellas tenía fisuras por donde goteaba el agua. Cuando por fin llegaba a su casa, a veces tenía la mitad del vital líquido, pero eso parecía no importarle demasiado. ¿Dejadez? ¿Vagancia por no reparar o no cambiar la vasija? ¿Indiferencia, apatía, tal vez?

Un joven que lo observaba, sin entender nada, un día le preguntó por qué no había cambiado el cántaro. Eso implicaba más esfuerzo, ya que tenía que hacer un viaje extra para traer toda el agua que necesitaba a su casa, lo cual evidentemente no era un detalle menor para aquél anciano.

El oriental le señaló, entonces, el camino que a diario hacía. Del costado donde goteaba la vasija defectuosa había crecido un hermoso jardín de flores silvestres que se alimentaba del agua que “perdía” su vasija rota.

Así es como sucede con nosotros. Dios tiene el poder de hacer de lo malo, algo bueno. Siempre digo que si has visto algo bueno en mí, eso se lo debes al Señor y nada más que al Señor. Con esto –claro está– no pretendo hacer apología del pecado, rendirse y dejar todo lo malo y defectuoso como está. Tenemos luchas. A veces victorias, a veces derrotas. Pero mientras estemos en tránsito por este mundo, continuamos en esa batalla.

Es por esa razón, que hoy estás leyendo un mensaje escrito por una “vasija defectuosa”.

Cuando tomados de Su Mano caminamos en esta vida, cuando tomados de Su Mano hemos elegido seguir el llamado a ser de bendición a los demás, Él tiene ese poder de hacer el milagro. Él vierte esa Agua de Vida que en estas vasijas defectuosas se va derramando en nuestro diario caminar. En ese costado del camino, crece por la Gracia y exclusivo Mérito Divino, un bello jardín de flores. De ese jardín formas parte tú, amad@, que a diario nos lees.

Dios conforta tu alma, habla a tu corazón, por el “indigno” intermedio de estos pobres pecadores que han recibido y obedecido el llamado de ministrar a través de la palabra escrita.

Cada uno de nosotros en pecado fue formado y con luchas, en pecado vive. Pero amad@: tú también tienes en tus manos la elección de ser de bendición para quienes te rodean. De la mano de Nuestro Amado Señor; con tus días brillantes y tus días negros, con tus victorias y tus derrotas, con tus éxitos y tus fracasos, con tus caídas y tus volver a levantarte, tienes en tus manos la oportunidad de ser de bendición. El resto le corresponde a Él.

“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.”

(Lucas 18:13 RV1960)

“…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; …”

(Filipenses 1:6 RV1960)

Autor: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.devocionaldiario.com

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