Un verdadero carácter cristiano – Meditaciones Cristianas

Un verdadero carácter cristiano

De Jehová es la tierra y su plenitud. El mundo, y los que en el habitan. Porque él la fundo sobre los mares y la afirmo sobre los ríos.

Salmo 24: 1

Los seres humanos somos seres multidimensionales; nos movemos en un mundo donde no solamente tenemos que lidiar con el tiempo y el espacio, factores físicos, sino también con factores abstractos, como son nuestra personalidad, nuestro carácter, pensamientos y sentimientos; nos movernos simultáneamente en estas dimensiones: una física y otra abstracta y espiritual y nuestra vida transcurre mientras éstas interactúan entre sí, dando lugar a las reacciones, relaciones, aprendizaje, trabajo, experiencia, conocimiento, sabiduría, crecimiento y fortalecimiento, no solo del cuerpo sino también del espíritu.


Dios nos creo a su imagen y semejanza, varón y hembra nos creo, (génesis 1:27) y no somos un producto de la evolución (no quiero negar la evolución, pero no somos un producto ni del azar, ni de la evolución) sino una creación de las manos de Dios, conformados con un cuerpo físico y un alma (corresponden a la carne y son uno físico y otro no tangible) y un espíritu,(no tangible) que estaba muerto pero que ha vuelto a la vida por la gracia de Dios a través de Jesucristo y por tanto, nuestros ojos y oídos espirituales han sido abiertos; ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a aquel que pagó por nuestro rescate y aquel que nos creo y nos formo desde el vientre de nuestra madre y que ahora nos sustenta con nueva vida y el poder de su espíritu.

Por tanto, no somos criaturas simples, sino por el contrario muy complejas, nos creo con un plan, con un propósito que todos debemos alcanzar y lograr conforme a la voluntad de Dios; sin embargo, para llegar a este punto es necesario que primero nos conozcamos a nosotros mismos, que tomemos conciencia de quienes somos, de dónde venimos y para donde vamos por toda la eternidad; que aprendamos a reconocernos y a actuar dentro de este mundo multidimensional (físico y espiritual); que conozcamos las herramientas con que contamos para pelear, luchar y defendernos y, que las aprendamos a usar: fe (el espíritu se recibe por fe), oración, lucha espiritual, confiar y esperar en Dios y saber discernir cuando hay que actuar, hacer algo y cuando hay que parar o no hacer nada y dejar simplemente que Dios se glorifique.

Es hora de darle a nuestra vida un cambio de dirección que refleje que Cristo vive en nuestro corazón; una renovación en la mente y el corazón, que solo es posible con la ayuda y el poder de Dios y que nos facultará para correr la carrera y llegar a la meta.

Significa que debemos reconocer que la vida, el mundo y nuestra vida están en permanente cambio, actualización y modificación; debemos desechar lo malo y acoger lo bueno, sentir cada día que hemos aprovechado el tiempo en cosas productivas, que estamos aprendiendo cosas nuevas, renovándonos (como las águilas) creciendo y fortaleciéndonos en el espíritu, en la oración y en la fe; entendiendo mejor La Biblia y comprendiendo mejor la voluntad de Dios y los planes que El tiene para nuestra vida; creciendo en el conocimiento de Dios y testificando del amor y el poder de Dios en la vida de cualquiera que quiera conocerlo.

Pero para esto, necesitamos un verdadero carácter cristiano, es necesario que tengamos un espíritu enseñable, un corazón dispuesto, un carácter sensible, flexible y una buena voluntad o disposición para hacer lo que tengamos que hacer, para accionar, tomar acciones en nuestra vida que traigan cambios positivos; no importa si nos equivocamos, de los errores también se aprende y a veces Dios nos permite equivocarnos o cometer errores para llevarnos a lo que verdaderamente tenemos que saber, aprender o hacer.

El camino hay que irlo haciendo, como dice la canción: “se hace camino al andar” y en ese proceso Dios va moldeando nuestro carácter, limando nuestras asperezas, endulzando nuestro carácter y reformando nuestra vida y renovando nuestro entendimiento; dándonos un corazón y un espíritu conforme a El mismo, es decir más parecido a Jesús.

Sin embargo, aun somos muchos creyentes que realmente hemos sido más azotados por Dios que otros, porque hemos sido rebeldes, tercos y de dura cabeza y la única manera que Dios tiene de corregirnos es permitir que suframos por las consecuencias de nuestros actos, hasta que aprendamos a colaborar con la perfecta voluntad de Dios. Asumamos la corrección y el castigo que viene Dios, porque somos sus hijos y nuestro padre nos ama y por tanto también nos educa, corrige y castiga; siempre El nos habla a través de nuestra conciencia y entendimiento para hacernos entender el camino por el que debemos de andar, solo tenemos que poner atención y escuchar hoy su voz y no endurecer nuestro corazón.

Dios nos manda a esforzarnos y ser valientes, a pelear la batalla espiritual y a luchar y obtener nuestros sueños, sin embargo, en muchas ocasiones a pesar de todos nuestros esfuerzos las cosas no salen como esperábamos o nos damos cuenta que no era lo que queríamos o necesitábamos; podemos ver que se presentan demasiados obstáculos en ese camino y hasta tenemos que reconocer nuestras debilidades y empezar a trabajar en ellas, antes de que podamos alcanzar lo que queremos, pero en otras ocasiones nos llama a estar quietos, a desistir, a cambiar de dirección nuestra búsqueda, a no accionar y más bien dejarnos llevar por la corriente. (esta es la estrategia del menor esfuerzo: el pez no tiene ni siquiera que nadar, sino que se deja llevar por la corriente, para que lo lleve hasta el mar)

Así que si ves que todo lo que haces o intentas hacer, se estropea, surgen muchos obstáculos y hasta pareciera que “alguien” trata delo que tú con tanto esfuerzo tratas de hacer – PARA – un momento y pregúntale a Dios si esa es la dirección correcta, lo que El quiere para ti o cuáles son tus debilidades (en cualquiera área) y qué tienes que mejorar o eliminar de tu vida y ¿cómo puedes colaborar con Su perfecta Voluntad, que te falta, qué debes aprender? Etc.

Seamos como el barro, la arcilla, que con un poquito de agua se vuelve dúctil, fácil de moldear y podemos con ella hacer las figuras que queramos. A propósito, las figuras de arcilla se fijan o endurecen, metiéndolas al fuego; así Dios también nos está moldeando cada día y probándonos y ablandando nuestro duro corazón, con el fuego del espíritu.

“Acaso la obra dirá de su hacedor: ¿No me hizo? Dirá la vasija de aquel que la ha formado: ¿No entendió?”

Isaías 29:16

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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