Reflexión – Un arrepentimiento genuino

UN ARREPENTIMIENTO GENUINO

Clama a mi, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

Jeremías 33.3

Todos nos hemos preguntado alguna vez cual es la clave para alcanzar la gracia y el favor de Dios, especialmente cuando oramos, clamamos y esperamos que Dios escuche nuestras oraciones y conceda los anhelos de nuestro corazón y muchos hasta nos desesperamos porque no comprendemos que esta pasando, creemos que Dios no nos escucha y hasta llegamos a creer que no somos merecedores de Su gracia; sin embargo, Dios es amor y en su corazón solo existe el anhelo de proteger, guardar, proveer, bendecir y conceder los anhelos del corazón de sus hijos.

Pero, definitivamente existe un único requerimiento que Dios nos hace para que podamos entrar confiadamente al trono de Su Gracia cada día: un arrepentimiento verdadero, genuino, un corazón contrito y humillado; cuando el pecado nos duele hasta el tuétano de los huesos y nos hace postrarnos delante de Su presencia y derramar nuestro corazón, regando con nuestras lagrimas el manto de Su túnica, esto es algo que nuestro amado Padre y Dios no puede soportar, de la misma forma que un padre o una madre no pueden tolerar ver a un hijo sufriendo, sin que esto mueva su corazón para hacer algo que alivie su dolor.

El pecado es lo que nos separa de Dios y por leve que sea cualquier falta, ésta afecta nuestra relación con Dios, nuestras oraciones y nuestra conexión espiritual, por lo que es muy importante para un cristiano, que entienda la relación existente entre su diario vivir, la obediencia a la Palabra de Dios y el arrepentimiento, todo lo cual es posible gracias al Espíritu Santo; donde está el Espíritu Santo, hay libertad, hay amor, hay sanidad, hay perdón y hay conexión con Jesucristo y con el Padre y por ende hay un genuino arrepentimiento que nos limpia, nos lava y nos hace aptos para recibir la Gracia, el consuelo y el favor de Dios.

Existe también una gran relación entre el arrepentimiento, el advenimiento del Reino de los Cielos, el perdón de pecados, la salvación y la vida eterna que Jesucristo esta preparando para nosotros, con el Bautizo. Dios no se habría tomado tanto trabajo preparando la venida del Mesías y enviando un mensajero como Juan El Bautista, expresamente para que preparara Su llegada, predicara y llamara a todos al arrepentimiento y luego bautizara el mismo al Cristo y así se cumplieran las profecías y el comienzo del Ministerio de Salvación de Jesucristo, si este no fuera tan importante.

El Bautizo no debemos tomarlo tan a la ligera, es algo muy serio y confirma nuestro compromiso con la familia de Dios, respeta y honra el sacrificio de nuestro Salvador en la cruz y honra a Dios Padre, Hijo y al Espíritu Santo; representa una muerte a nuestra antigua manera de vivir y la resurrección de Cristo y un nuevo nacimiento y una nueva vida a partir de la cual debemos empezar a crecer, a fortalecer y a cuidar, pues de ello depende nuestra eternidad.

Todo acto de desobediencia, rebelión, pecado y hasta de desinterés o descuido en la vida espiritual, deshonra el sacrificio de nuestro Salvador y contrista, entristece y apaga El Espíritu Santo, apaga y merma su poder y lo mas grave es que seremos juzgados y castigados doblemente por nuestras faltas, si no nos arrepentimos y cambiamos nuestra pasada manera de vivir, pues el que conoce la gracia y la ley y a pesar de ello peca, es doblemente culpable de juicio. Jesús dijo que cualquier falta seria perdonada, menos las faltas contra El Espíritu de Dios.

Como conclusión podemos decir que un genuino arrepentimiento es el camino al trono de Dios; nuestras oraciones, ruegos y dolor solo pueden ser escuchadas y mitigadas por Dios, gracias a la promesa que nos dejó Jesucristo y al Espíritu Santo que recibimos y que debemos honrar en nuestra vida, arrepintiéndonos genuinamente de nuestras faltas y rogando a Dios para que nos permita resistir al diablo y que El, se gloríe en nuestras debilidades, es decir que nos libre de ellas.

El siguiente día vio Juan a Jesús que venia a él, y dijo:
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es aquel de quien yo dije:
Después de mi viene un varón, el cual es antes de mi;
porque era primero que yo.
Y yo no le conocía; más para que fuese manifestado a Israel,
por esto vine yo bautizando en agua.
También dio Juan testimonio, diciendo:
Vi al Espíritu que descendía del cielo
como paloma, y permaneció sobre el.
Y yo no le conocía; pero el queme envió a bautizar con agua,
Aquel me dijo:
Sobre quien veas descender el Espíritu y que
Permanece sobre el, ese es el que bautiza con El Espíritu Santo.
Y yo le vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

Juan 1: 29-34

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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