Devocional – No llores más

NO LLORES MÁS…

“Si vuestros pecados fueren como la grana,
Como la nieve serán emblanquecidos;
Si fueren rojos como el carmesí,
Vendrán a ser como blanca lana”

Isaías 1:18

Es en verdad cierto que somos humanos y que nuestra carne muchas veces nos juega unas malas pasadas. Luchamos constantemente por seguir adelante y por caminar tan fielmente como podemos. Tratamos incansablemente de estar arriba, en la llama, en una vida plena; pero tropezamos, caemos y como cualquier caída, nos duele.

Recuerdo como muchas veces cuando estaba pequeño, aprendiendo a montar bicicleta, caía una y otra vez, una y otra vez; Pero las caídas aunque muy dolorosas, nunca me impidieron seguir adelante y aprender definitivamente a montar bici. Se que todos tenemos experiencia distintas que contar, en las cuales se necesito de nuestro esfuerzo constante para alcanzarlas, todas son diferentes, Pero todas se asemejan a nuestra vida espiritual. En mi caso en este momento aprender a montar bici, es aprender a seguir a Jesús y todo lo que ello conlleva; y cada caída de la bici, simboliza cada una de las caídas en las cuales le fallo a Dios. Caídas que ahora me doy cuenta, duelen más, mucho mas, que la que fue la peor caída de mi bici.

Era una tarde común y corriente, por lo menos eso creía yo; Salí como sale cualquier niño lleno de felicidad a la calle y saque mi bici, y empecé a montar de un lado a otro en mi bici con una gran sonrisa en mis labios. Por fin después de varios días podía ver la luz del sol y sentir el aire rozar mi piel. Cuando estaba pequeño y mi mamá me peinaba, solo me dejaban montar de esquina a esquina de la cuadra con mi bici, dando vueltas y vueltas. En ese momento hubiera querido tener memoria de pez para no aburrirme dándole vueltas y vueltas una y otra vez a la misma pecera. Todo iba muy bien, yo montaba bici como pichón al vuelo, y el águila (mi madre) me vigilaba desde aquella ventana sin quitarme los ojos de encima (parecía mas bien objetivo militar). Cuando de repente en una de esas vueltas sucedió lo inesperado.

Una infeliz piedra que estaba en mi camino, la cual creo, fue la que aparece en Romanos 9:33 “he aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída”, la cual tampoco vi a tiempo para reaccionar, fue la que me hizo caer. Creo que mi bici dio una espectacular vuelta en el aire con su inigualable corcel bailando con ella (parecía patinaje sobre hielo mezclado con ballet), mientras daba todas esas maravillosas vueltas en el aire, me parecía solo escuchar a los lejos los alaridos del águila (mi madre) gritando mi nombre a viva voz (como si fuera un concierto de opera), pensando que sus gritos ivan a impedir que cayera duro y me golpeara terriblemente. Gracias a Dios que solo fueron vueltas en la montaña rusa y al caer no me lastime mucho. Cuando me levante del suelo, solo podía ver a una madre con un dolor profundo por ver a su hijo caer, y no poder hacer nada desde donde estaba. Pero como les digo, gracias a Dios no pasó a mayores.

Aquella piedra fue una de las “cosas que ojo no vio, ni oído oyó”, pero esa caída no me detuvo para seguir aprendiendo cada día a mejorar mi Técnica en Administración de montado en bicicleta profesional. Sino que me esforzaba por hacerlo cada vez mejor. Hasta tal punto que aprendí completamente todo el arte de montar bicicleta.

Todos definitivamente tenemos historias que contar, algunas son caídas que nos dolieron profundamente, y otros son anécdotas que nos han ocurrido, de las cuales se que al recordarlas quizás hace que una sonrisa salga de nuestros labios y nos cause risa, pero al compararlas con la vida espiritual estoy completamente seguro que a ninguno de nosotros después de una caída, y al recordarla, nos causa risa. Sinceramente lo único que causa es dolor y lagrimas. Comprendiendo que igualmente como nos duele y nos hace llorar a nosotros, también le duele y hace llorar a Dios.

Recordemos solo por un instante, como cada vez en que caímos, sin importar como, nuestra madre ó padre salía corriendo a cogernos, a abrazarnos; dispuestos a sobarnos y a calmarnos; y en los mejores casos a regalarnos un heladito para que no nos doliera tanto.

De esa misma manera actúa Dios cuando caemos. Él corre exasperadamente a recogernos de la arena y a abrazarnos. Para decirnos que “no importa, sigo aquí contigo”. ¿Y sabes en este caso que simboliza el helado?; su amor. El cual hace que no nos duela tanto la caída y nos ayuda a levantarnos más rápidamente.

A pesar de todo esto, de todo lo que podamos caer y fallarle a Dios el nos ama con un amor indecible. Y quizás demasiadas veces hemos escuchado sobre el amor de Dios. ¿Pero realmente sabemos cual es el verdadero amor de Dios?

En Jeremías 31:3 hay un verso que es muy conocido, pero no menos importante, al contrario es muchísimo mas significativo de lo que a veces leemos. Dice: “con amor eterno (inmortal, indestructible, imperecedero) te he amado; por tanto, te prolongue mi misericordia”. El amor de Dios va mucho mas allá de nuestro entendimiento humano, pero que Él mismo se encarga de mostrarnos día a día con todo lo que hace por nosotros y mostrándonos su amor hasta en los mas pequeño detalles; el aire, la lluvia, el sol, los pajaritos y lo mas importante, la vida.

En Cantares 8:6b dice: “porque fuerte es como la muerte el amor”. Y ahora entiendo por que. En el versículo anterior Dios nos dice que nos ama con amor eterno, y así mismo es la muerte; eterna (indestructible, imborrable).

No tenemos porque preocuparnos en la aflicción que ahora tenemos, porque de cierto, esta será perdonada por Dios si nos arrepentimos de corazón.

En Mateo 18:21-22 dice: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi? ¿Hasta siete?, Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”.

Teniendo en cuenta estos versículos y aplicándolos a nuestra vida; entonces hay que tener la seguridad que Dios nos perdonará. Porque Jesús no puede enseñar mentira, y si Él lo enseña, es porque Él lo aplica.

Hay dos formulas para realizar este versículo:

1. Si multiplicáramos 70 X 7, básicamente nos daría 490 veces en las que Dios nos perdonará.

2. Pero si multiplicáramos así 7 X 7: 49, luego 49 X 7:343, 343 X 7:2401, multiplicando cada resultado por 7. Eso daría un número que no cabria en ninguna calculadora. Serian los billones de los billones de veces que Dios nos perdonará.

Y te tengo buenas noticias, y además te voy a revelar uno de los secretos más lindos y alentadores de Dios.

Una de estas dos formulas es la que Dios utiliza permanentemente para perdonarnos. ¿Cuál crees que es?… ¡Exacto!

Dios nunca se cansara de perdonarnos y ten la seguridad de que nos perdonara billones y billones de veces, todo gracias a su verdadero amor.

Dios nos ama tanto que inclusive estando nosotros en aflicción, en medio del desierto; nos utiliza para bendecir a otros. (Y que alce la mano al que no le haya pasado esto).

Ese es su verdadero y grande amor, que a pesar de nuestros errores, Él está ahí diciéndonos “Yo estoy contigo y no te preocupes por nada; porque te amo”. Dios está más que dispuesto a quitarnos toda esa arena que se nos queda pegada en las caídas; y esa arena solo es quitada con el Manantial de vida; su amor.

En Juan 7:38 dice: “El que cree en mí (en mi deidad, en mi perdón, en mi amor) como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva (fuerte, activa)”

Entonces no nos aflijamos más por nuestras caídas y tampoco vivamos sumidos en una condenación y en una culpa constante. Porque solo con creer en su perdón, teniendo la plena convicción de su amor, y creyendo en Fe que nos ha perdonado; el nos perdona, y no solo eso; el nos perdona con tanto amor que él se olvida de todos nuestros pecados y los echa a lo profundo del mar. Es mas Dios nos ama tanto que cuando nos perdona, se olvida que se olvido.

Así que en ningún momento dudemos de su verdadero y grande amor hacia nosotros, el cual nunca cambiara; porque Dios es para siempre y para siempre es su amor.

En Isaías 43:2 Y 5a, Dios nos alienta en gran manera y nos da su total ayuda. Dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” y luego dice en el Versículo 5a “No temas, porque yo estoy contigo”

Como dije anteriormente, Dios no nos miente. Y repetidas veces en la Escritura Dios nos dice que está con nosotros. Pero muchas veces a causa de las situaciones se nos olvida. Y hay momentos en los que buscando una respuesta desesperada de Dios, y no es su tiempo, nos encontramos con versículos como “y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorco”. Obviamente Dios no quiere que nos ahorquemos, sino que encontremos el perfecto descanso en Él, que confiemos y creamos en su perfecto amor.

No hay por qué preocuparse; Dios siempre nos lleva de la mano en nuestros momentos los cuales podemos catalogar como buenos; pero nos lleva cargados en sus brazos cuando estamos atravesando las aflicciones, las caídas ó el desierto.

Nunca estamos solos, y nunca lo estaremos.

Así que toma la decisión de salir de donde estás, ¡Lázaro levántate que Dios te quiere vivo!

Este versículo es muy conocido, pero fundamental en el avivamiento 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos (declaramos, revelamos; ante él) nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”

No te aflijas más; Él te ama y te perdonará. No te condenes más; Él es tu ayudador. Búscalo, Él te está esperando para decirte:

“Con amor eterno te he amado. Levántate yo estoy contigo. Y…

NO LLORES MÁS”.

Autor: Juan Carlos Vidal

Escrito para www.devocionaldiario.com

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: