EL COFRE Y LA JOYA

Lectura: Romanos 2:17-24

El ministro canadiense John Gladstone ha hecho una convincente aplicación de un triste episodio en la vida de Isaac Watts. Aquel famoso autor de himnos se enamoró de una bella joven, Elizabeth Singer. Ella admiraba la poesía, la mente y el espíritu de Watts, pero a pesar de toda su admiración, no pudo vencer la repulsión que le causaba la apariencia de él.

Isaac era bajo y delgado, con ojos grises que parecían dos ranuras, una nariz aguileña y grandes pómulos. Cuando le propuso matrimonio a Elizabeth, ella dio una respuesta de lo más hiriente: “Sr. Watts, si tan sólo pudiera decir que admiro el estuche tanto como admiro a la joya que contiene”.

Gladstone hace una perturbadora analogía entre la “joya” del evangelio y el “estuche” de la Iglesia. ¡Cuántas personas han rechazado las buenas nuevas debido a sus testigos a menudo sinceros pero con demasiado celo! ¿Acaso somos repulsivos y poco afectuosos sin saberlo? ¿Cómo podemos ser una “guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas” (Romanos 2:19) si la belleza de Jesús no puede verse dentro de nosotros?

Proclamemos el evangelio por todos los medios posibles. Pero oremos para que el Espíritu Santo nos haga amables y amorosos como personas, y libres de pecado para que podamos atraer a los demás hacia Él.

Reflexión: La rectitud en el corazón produce la belleza en el carácter.

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